Los usuarios de marihuana "sintética" visitan cada vez más las salas de emergencia

   

La droga, conocida como "K2" o "Spice", es legal en muchos estados

Por Jenifer Goodwin
Reportero de Healthday
                                                                                                                                                            Una forma de marihuana sintética conocida como "K2" está enviando a los jóvenes al hospital con latidos cardiacos acelerados, ansiedad extrema y alucinaciones, advierten los toxicólogos.
En los últimos meses, según informan los médicos y toxicólogos, un mayor número de jóvenes necesita atención de emergencia después de fumar marihuana sintética. A pesar de sus efectos secundarios, la K2 es legal en muchos estados, aunque muchos legisladores estatales se han apresurado a aprobar leyes que la prohíban.
Desde principios de 2010, la Asociación Americana de Centros de Toxicología ha recibido cerca de 2,000 informes de personas que han enfermado después de fumar K2, en comparación con cerca de una docena en 2009. Los funcionarios de toxicología describen algunos de los síntomas como "potencialmente mortales".
La K2 se comercializa a menudo como incienso y se vende mezclada con marihuana sintética en los "head shops" (tiendas que venden productos para fumar), gasolineras, tiendas de conveniencia y en Internet a un precio que oscila entre $30 y $40 por una bolsa de tres gramos. La droga también se vende bajo otros nombres, tales como Spice, Spice Gold, Spice Diamond, Yucatan Fire, Solar Flare, K2 Summit, Genie, PEP Spice y Fire n Ice, de acuerdo con el El Centro de Inteligencia sobre Drogas de EE. UU.
Aunque las personas que fuman la K2 creen que van a experimentar mayor relajación y euforia, los que acaban en el hospital informan sobre experiencias desagradables, dijo el Dr. Anthony Scalzo, director médico del Centro de Toxicología de Missouri y director de toxicología de la Universidad de San Luis.
"Los síntomas clásicos son ansiedad, agitación, aceleramiento del ritmo cardiaco y presión arterial alta", apuntó Scalzo. "Además, algunos jóvenes tienen experiencias psicotrópicas negativas. Uno explicó, 'sentí como si bajara al infierno'".
En algunos casos, el medicamento también causó vómitos, temblores y convulsiones, de acuerdo con las agencias federales para el abuso de las drogas.
Scalzo fue el primero en hacer sonar la alarma sobre la droga K2 a principios de este año después de ver varias docenas de informes de jóvenes que fueron atendidos en salas de emergencia y que informaron que habían fumado K2.
La droga, también conocida bajo el nombre de Happy Shaman Herbs, Smoke, Skunk y Zohai, entre otros, se desarrolló para fines de estudio a mediados de los años 90 en el laboratorio de John Huffman, un químico de la Universidad de Clemson, que realizó una investigación sobre los cannabinoides respaldada por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas.
La composición química de la droga, a la que llamó JWH-018 y JWH-073, era similar al tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente activo de la marihuana, sólo que mucho más potente.
Aunque el THC es un cannabinoides, es uno de muchos, apuntó Huffman. Hay muchas otras sustancias que interactúan con los receptores de los cannabinoides en el cerebro y otros órganos, dijo Huffman.
Estos receptores no existen para que la gente pueda fumar marihuana y drogarse; sino que juegan un papel en la regulación del apetito, las náuseas, el humor, el dolor y la inflamación. "Pueden estar implicados en el desarrollo de enfermedades como la osteoporosis, enfermedades del hígado y algunos tipos de cáncer", señaló Huffman. "Los cannabinoides sintéticos pueden ayudarnos a entender estas interacciones y, en última instancia, este conocimiento puede contribuir al desarrollo de nuevas terapias.
Huffman y sus colegas describieron la JWH-018 y JWH 073 en la literatura científica. "Es obvio que algunas personas han descubierto el modo de fabricar estas sustancias", señaló Huffman.
Huffman advirtió que las drogas estaban destinadas para ser utilizadas exclusivamente en laboratorio y no se diseñaron para que las personas las usaran, dijo Huffman. "Estos compuestos no eran para el consumo humano", subrayó Huffman. "No se han estudiado sus efectos en humanos, así que podrían tener efectos tóxicos". "Por lo que de ninguna manera se deben utilizar como drogas recreativas".
Y aunque los creadores de la K2 parecen haber quedado prendados de la JWH-018, muchos otros laboratorios han desarrollado sus propios cannabinoides sintéticos que también pueden encontrar su camino en productos de la marihuana sintética, explicó Scalzo.
La locura por la K2 cautivó a Europa hace varios años, lo que llevó a que en varios países se fabricaran productos de cannabis sintéticos ilegales.
En los Estados Unidos, la Agencia Federal Antinarcóticos considerada a la K2 como una "droga o sustancia química de preocupación". Pero debido a que no está oficialmente "regulada", sigue siendo legal bajo la ley federal, según informes de prensa.
Varios estados, alarmados por el aumento de su popularidad, se han apresurado a prohibir la K2. A principios de este año, Kansas se convirtió en el primer estado en prohibir la K2. Otros estados que la han prohibido son Iowa, Missouri, Arkansas, Kentucky, Alabama, Michigan e Illinois (donde la K2 sigue siendo legal hasta finales de año). Hay proyectos de ley similares pendientes en muchos otros estados, tales como Nebraska, Dakota del Norte, Ohio, Nueva York, Nueva Jersey y Luisiana.
Scalzo apuntó que las prohibiciones llegan justo a tiempo. Es poco lo que se sabe acerca de los efectos de esta droga. Aunque ya han escuchado suficientes informes anecdóticos que causan preocupación sobre comportamientos extraños, que van desde la agitación extrema a intentos de suicidio después de fumar la K2.
"Esta sustancia química no estaba destinada a utilizarse en cualquier forma farmacéutica", señaló Scalzo.
Más información
El Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas de EE. UU. tiene más información sobre la THC sintética.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor (FUENTES: Anthony Scalzo, M.D., chief of toxicology, St. Louis University, St. Louis, Mo.; John Huffman, Ph.D., research professor, organic chemistry, Clemson University, Clemson, S.C.)